viernes, 28 de octubre de 2016

Paz a la Calle, un continuo proceso de definición



Me dirigí al Park Way, un parque céntrico de Bogotá donde se reúnen quienes integran en la capital colombiana Paz a la Calle. Este movimiento ciudadano surgió tras el plebiscito del 2 de octubre, donde la población pudo votar a favor o en contra de los acuerdos alcanzados entre la guerrilla de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos. Los resultados sorprendieron a la mayoría. En esta votación en la que todas las encuestas vaticinaban una victoria clara del “sí”, aunque por un breve margen de algo más de 40 mil votos, ganó el “no”.
Prepativos de una de las marchas por la paz.
Esto generó una reacción ciudadana que se tomó las calles y dio lugar a varias iniciativas. Paz a la Calle es una de ellas. Con la idea de tratar de entender cómo visualizan y se plantean la actual coyuntura me acerqué y les propuse una entrevista. Lo primero fueron evasivas: nadie quería tomar la voz del grupo, forma parte de su filosofía horizontal. Les planteé una entrevista coral, más acorde. Aceptaron. Entrevisté a tres de sus integrantes.

Comenzamos por cómo surgió el movimiento. “Nos volcamos al día siguiente (del plebiscito) a plantear que necesitábamos generar una asamblea ciudadana para mirar qué íbamos a hacer con el tema de la paz. El papel protagónico ya no era de los negociadores sino que la paz estaba en manos de los ciudadanos”, recordó Darwin Torres.

Paz a la Calle es una de las iniciativas surgidas desde universidades, organizaciones y sectores de la ciudadanía, algunos de los cuales no se había movilizado hasta entonces. Hay que subrayar algo que distingue a Colombia de otros países latinoamericanos: el gran miedo a la movilización y la disidencia política. Los crímenes políticos en este país son y han sido sumamente frecuentes, marcando un patrón que ha alejado a mucha gente de la protesta social. Por eso las movilizaciones tras el plebiscito tienen un mérito añadido.

Los puntos de Paz a la Calle

En un movimiento tan heterogéneo y participativo suele ser difícil llegar a acuerdos. Por supuesto, donde no hay fisuras es en el anhelo de paz: “Quiero vivir en un país en paz. Lo único que me han enseñado y con lo que he convivido es con la guerra, con el odio, el dolor, la exclusión y con la eliminación de la diferencia. La base de todo esto es que se nos garantice como ciudadanos, como consta en la Constitución, que podamos tener garantías del derecho a la paz”, sostuvo Darwin Torres.

Más allá de ese punto fundamental, en las asambleas han definido reglas en cuanto a su forma de funcionar y de defender la paz en la calle. Algunas de ellas son:
  • Son un movimiento asambleario, horizontal, donde no quieren contar con liderazgos ni representaciones. Uno de sus mayores temores es que algún partido o movimiento político quiera apropiarse de su trabajo, de su imagen, de su lucha.
  • Quieren que se mantenga el enfoque de género en los acuerdos, un tema que ha sido distorsionado y polemizado desde la campaña por el “no” en el plebiscito.
  • Aplauden y apoyan que haya iniciado el proceso de diálogo con la otra guerrilla que sigue en armas: el ELN.
  • Están en contra de que el acuerdo de paz sea construido entre las élites políticas y los grandes poderes de este país. Esto lo dicen porque, tras el plebiscito, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, abanderado fundamental del “no”, se reunió con Santos para estudiar qué cambios debían contener los acuerdos para poder ser aprobados. Mucha gente temió que esto diera lugar a un nuevo acuerdo pactado entre élites.
Los puntos que consensuó inicialmente el movimiento.
 Lo que no está tan claro: el cómo

Aunque está claro que defienden una “paz plena, duradera y con justicia social donde se vean incluidas comunidades y víctimas del conflicto armado y se garantice el goce efectivo de derechos”, en palabras de Darwin Torres, falta concretar las vías por las que apuestan y que consideran legítimas para alcanzarla. “Estamos construyendo un sueño colectivo de una paz incluyente pero no tiene una forma particular”, señaló Soledad Granada.

En el horizonte de la política colombiana se han mencionado varias opciones para dar salida al callejón en el que quedó el gobierno tras la bofetada del “no”. Que los acuerdos se mantengan como están o sean modificados es una de las disyuntivas esenciales. Aunque en los principios de Paz a la Calle aparece la defensa de los acuerdos tal y como han sido redactados, al preguntar no parece que el consenso sea tan sólido.

Mientras Darwin Torrres aseguró que “el principal de todos (los objetivos) es que los acuerdos firmados entre el gobierno y las FARC se mantengan”, Carolina Moreno Beltrán matizó: “Hay que acordar cosas para que el acuerdo esté legitimado por más personas. No podemos respaldar la totalidad de los acuerdos cuando la mitad del país se pronunció diciendo que no los quería así”. Esta integrante defiende que se renegocie lo acordado, como está haciendo el gobierno, aunque aclarando que hay puntos que no deberían modificarse, como que las víctimas estén en el centro del acuerdo.

Bogotá vs Colombia

Moreno Beltrán también hace esta matización porque, tras conversar con gente de otras regiones del país, observaron que mucha no está de acuerdo con los acuerdos. “Son muy importantes las regiones. Ellos son quienes más han sufrido la violencia, entonces tenemos que esperar a ver a qué consensos llegamos”, reiteró Moreno Beltrán.

La necesidad de alcanzar acuerdos más allá de la capital es un factor que ha ralentizado la definición de objetivos de Paz a la Calle. Este grupo siente un gran complejo por su condición capitalina, todas las personas entrevistadas quisieron enfatizar que no quieren pecar de centralistas, tomar decisiones en nombre de la mayoría de la sociedad.

Una de las asambleas de Paz a la Calle. Fuente: Pacifista.
“Llevamos mucho cuidado de no creernos la vanguardia de esta solución porque desde la ciudad tenemos que aprender mucho del campo, de los que no han sido escuchados nunca y nosotros somos en realidad una población privilegiada. Somos estudiantes o profesionales, somos gente que tenemos la posibilidad de estar haciendo esto”, reflexionó Granada.

Aunque la coyuntura actual pesa mucho, quienes integran Paz a la Calle aspiran a construir paz más allá del acuerdo. “Nuestra apuesta política es tratar de llegar al mayor número de ciudadanos y ciudadanas para que se empoderen como actores políticos para entender que la ciudadanía tiene un poder”, añadió Soledad, quien definió Paz a la Calle como “una iniciativa de construcción de paz ya de hecho. Ya estamos construyendo paz, yo creo”.

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