Me dirigí al Park Way, un parque céntrico de Bogotá donde se
reúnen quienes integran en la capital colombiana Paz a la Calle. Este
movimiento ciudadano surgió tras el plebiscito del 2 de octubre, donde la
población pudo votar a favor o en contra de los acuerdos alcanzados entre la
guerrilla de las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos. Los resultados sorprendieron
a la mayoría. En esta votación en la que todas las encuestas vaticinaban una
victoria clara del “sí”, aunque por un breve margen de algo más de 40 mil
votos, ganó el “no”.
Prepativos de una de las marchas por la paz. |
Esto generó una reacción ciudadana que se tomó las calles y
dio lugar a varias iniciativas. Paz a la Calle es una de ellas. Con la idea de
tratar de entender cómo visualizan y se plantean la actual coyuntura me acerqué
y les propuse una entrevista. Lo primero fueron evasivas: nadie quería tomar la
voz del grupo, forma parte de su filosofía horizontal. Les planteé una
entrevista coral, más acorde. Aceptaron. Entrevisté a tres de sus integrantes.
Comenzamos por cómo surgió el movimiento. “Nos volcamos al
día siguiente (del plebiscito) a plantear que necesitábamos generar una
asamblea ciudadana para mirar qué íbamos a hacer con el tema de la paz. El
papel protagónico ya no era de los negociadores sino que la paz estaba en manos
de los ciudadanos”, recordó Darwin Torres.
Paz a la Calle es una de las iniciativas surgidas desde
universidades, organizaciones y sectores de la ciudadanía, algunos de los
cuales no se había movilizado hasta entonces. Hay que subrayar algo que
distingue a Colombia de otros países latinoamericanos: el gran miedo a la
movilización y la disidencia política. Los crímenes políticos en este país son
y han sido sumamente frecuentes, marcando un patrón que ha alejado a mucha gente
de la protesta social. Por eso las movilizaciones tras el plebiscito tienen un
mérito añadido.
Los puntos de Paz a
la Calle
En un movimiento tan heterogéneo y participativo suele ser
difícil llegar a acuerdos. Por supuesto, donde no hay fisuras es en el anhelo
de paz: “Quiero vivir en un país en paz. Lo único que me han enseñado y con lo que
he convivido es con la guerra, con el odio, el dolor, la exclusión y con la
eliminación de la diferencia. La base de todo esto es que se nos garantice como
ciudadanos, como consta en la Constitución, que podamos tener garantías del
derecho a la paz”, sostuvo Darwin Torres.
Más allá de ese punto fundamental, en las asambleas han
definido reglas en cuanto a su forma de funcionar y de defender la
paz en la calle. Algunas de ellas son:
- Son un movimiento asambleario, horizontal, donde no quieren contar con liderazgos ni representaciones. Uno de sus mayores temores es que algún partido o movimiento político quiera apropiarse de su trabajo, de su imagen, de su lucha.
- Quieren que se mantenga el enfoque de género en los acuerdos, un tema que ha sido distorsionado y polemizado desde la campaña por el “no” en el plebiscito.
- Aplauden y apoyan que haya iniciado el proceso de diálogo con la otra guerrilla que sigue en armas: el ELN.
- Están en contra de que el acuerdo de paz sea construido entre las élites políticas y los grandes poderes de este país. Esto lo dicen porque, tras el plebiscito, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, abanderado fundamental del “no”, se reunió con Santos para estudiar qué cambios debían contener los acuerdos para poder ser aprobados. Mucha gente temió que esto diera lugar a un nuevo acuerdo pactado entre élites.
Los puntos que consensuó inicialmente el movimiento. |
Lo que no está tan
claro: el cómo
Aunque está claro que defienden una “paz plena, duradera y
con justicia social donde se vean incluidas comunidades y víctimas del
conflicto armado y se garantice el goce efectivo de derechos”, en palabras de
Darwin Torres, falta concretar las vías por las que apuestan y que consideran
legítimas para alcanzarla. “Estamos construyendo un sueño colectivo de una paz
incluyente pero no tiene una forma particular”, señaló Soledad Granada.
En el horizonte de la política colombiana se han mencionado
varias opciones para dar salida al callejón en el que quedó el gobierno tras la
bofetada del “no”. Que los acuerdos se mantengan como están o sean modificados
es una de las disyuntivas esenciales. Aunque en los principios de Paz a la
Calle aparece la defensa de los acuerdos tal y como han sido redactados, al
preguntar no parece que el consenso sea tan sólido.
Mientras Darwin Torrres aseguró que “el principal de todos
(los objetivos) es que los acuerdos firmados entre el gobierno y las FARC se
mantengan”, Carolina Moreno Beltrán matizó: “Hay que acordar cosas para que el
acuerdo esté legitimado por más personas. No podemos respaldar la totalidad de
los acuerdos cuando la mitad del país se pronunció diciendo que no los quería así”.
Esta integrante defiende que se renegocie lo acordado, como está haciendo el
gobierno, aunque aclarando que hay puntos que no deberían modificarse, como que
las víctimas estén en el centro del acuerdo.
Bogotá vs Colombia
Moreno Beltrán también hace esta matización porque, tras
conversar con gente de otras regiones del país, observaron que mucha no está de
acuerdo con los acuerdos. “Son muy importantes las regiones. Ellos son quienes
más han sufrido la violencia, entonces tenemos que esperar a ver a qué
consensos llegamos”, reiteró Moreno Beltrán.
La necesidad de alcanzar acuerdos más allá de la capital es
un factor que ha ralentizado la definición de objetivos de Paz a la Calle. Este
grupo siente un gran complejo por su condición capitalina, todas las personas
entrevistadas quisieron enfatizar que no quieren pecar de centralistas, tomar
decisiones en nombre de la mayoría de la sociedad.
Una de las asambleas de Paz a la Calle. Fuente: Pacifista. |
“Llevamos mucho cuidado de no creernos la vanguardia de esta
solución porque desde la ciudad tenemos que aprender mucho del campo, de los
que no han sido escuchados nunca y nosotros somos en realidad una población
privilegiada. Somos estudiantes o profesionales, somos gente que tenemos la
posibilidad de estar haciendo esto”, reflexionó Granada.
Aunque la coyuntura actual pesa mucho, quienes integran Paz
a la Calle aspiran a construir paz más allá del acuerdo. “Nuestra apuesta
política es tratar de llegar al mayor número de ciudadanos y ciudadanas para
que se empoderen como actores políticos para entender que la ciudadanía tiene
un poder”, añadió Soledad, quien definió Paz a la Calle como “una iniciativa de
construcción de paz ya de hecho. Ya estamos construyendo paz, yo creo”.
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